–
Es tan bella su luz
que nada la refleja.
Se viste de cometas.
Tan dulce, tan compleja.
Capaz de destacar con sutileza
dejando siempre huella.
Mirarte es una proeza
y arrogante la Tierra
de portar tu existencia.
Efímera, alzando mi suerte
a observar distante tu estela.
–
Ahora que continúas
fugaz y errante, entre universos,
me deshago lenta de tu anhelo
para guardar sitio al recuerdo.
Aún te siento en tu silencio.
Presa de ese instante, agradezco,
fue perfecto.
– Y tú sin saberlo –
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