–
Me tragué tu melancolía
y ahora huelo a color añil.
Siento mis lágrimas de terciopelo, suaves,
ciertamente parecidas a ti.
–
Te busco en la profundidad de mis costillas,
porque ya no estas aquí.
Aún ahora que tus ojos son de lápiz,
sé que me queda mucho por sentir.
–
Condena de un limbo
que nos envuelve un en sentimiento compartido.
Tierra amarga intermedia
de la que no seremos capaces de salir.
–
Cierro abro y vuelvo a cerrar los ojos.
¿Dónde estás Beatriz?
Ante esta soledad tan aborrecida,
me paso las noches sentada sobre mis heridas.
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